Amo tu desnudez porque desnuda me bebes con los poros, como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo.
Tu desnudez derriba con su calor los límites, me abre todas las puertas para que te adivine, me toma de la mano como un niño perdido que en ti dejara quietas su edad y sus preguntas.
Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo pasa a ser mi universo, el credo que me nutre; la aromática lámpara que alzo estando ciego cuando junto a las sombras los deseos me ladran.
Cuando te me desnudas con los ojos cerrados cabes en una copa vecina de mi lengua, cabes entre mis manos como el pan necesario, cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.
El día en que te mueras te enterraré desnuda para que limpio sea tu reparto en la tierra, para poder besarte la piel en los caminos, trenzarte en cada río los cabellos dispersos.
El día en que te mueras te enterraré desnuda, como cuando naciste de nuevo entre mis piernas. "
Exclusivamente calla, verdadera dama, anunciando una exigencia, un drama, ante la urgencia del destino. Exclusiva llora y en su llanto aflora el reto serpentino y la curiosidad que mató al gato. Está tentada de hace rato, porque en los secretos cajones del dressoir no guarda nada final, definitivo. El peso del mundo lo lleva puesto; la carta de triunfo ha ido a dar al cesto de los papeles, con otros oropeles de descarte. No tiene arte de fuerte voluntad pero sí tiene atisbos de su ejercicio: el vicio de la solterona que acabará por dar a luz una personalidad excéntrica, obsesiva, minuciosa: en los cajones nada, pero un lugar para cada cosa. Si llora, como yo, es por su historia: nadie la cuida y nadie a quien cuidar. Queda la vida. El espíritu se atrasa con las vueltas de la noria de este pobre corazón de muselina fina, exclusiva, bella, y ella recibe en casa.